
Por Redacción:
En los caminos sinuosos de la Costa Chica de Guerrero, donde la distancia y el abandono parecían condenar a muchos adultos mayores y personas con discapacidad al olvido, una bata blanca y una sonrisa significan hoy esperanza. Esa esperanza tiene nombre: SALUD CASA POR CASA, el programa federal impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum y llevado al territorio por el delegado del Bienestar en el estado, Iván Hernández Díaz, junto a un ejército de enfermeras y médicos comunitarios que hacen posible lo que antes parecía impensable: llevar atención médica directamente al hogar de quienes más lo necesitan.
Para Yesica Pérez Luna, enfermera de 33 años originaria de la Costa Chica, este programa trasciende la atención médica. “Para mí significa esperanza, porque la mayoría de mis pacientes son adultos mayores y personas con discapacidad que muchas veces se encuentran solos, olvidados, abandonados”, relata. Sus palabras se quiebran al recordar abrazos agradecidos y miradas cargadas de alivio: “Con el simple hecho de llegar hasta su casa, de revisarlos, de orientarlos, ellos sienten que no están solos”.
Yesica no habla de cifras ni de estadísticas; habla de rostros, de manos que estrechan la suya y de promesas de volver. Habla de pacientes que no solo enfrentan enfermedades, sino también la soledad y la falta de apoyo familiar. “Esos momentos te marcan, porque no siempre está en nuestras manos resolver todo, pero con que ellos te digan ‘estaré al pendiente cuando regreses’, sabes que el esfuerzo vale la pena”.
El programa, explica la enfermera, es también un acto de justicia social. “Muchas de estas personas no tienen la posibilidad de trasladarse a un hospital, y si lo hacen, enfrentan largas filas y esperas interminables. Ahora, el servicio llega hasta ellos, directamente a su casa. Eso es hacerles justicia”.
En temporada de lluvias, los caminos de terracería se vuelven un desafío incluso para los brigadistas de salud. Sin embargo, eso no detiene la labor. “Si a nosotros se nos complica llegar, imaginemos lo que sería para una persona con discapacidad o un adulto mayor recorrer esas distancias. Por eso este programa es tan importante: porque les ahorra ese sufrimiento”, afirma Yesica con firmeza.
Detrás de cada jornada, hay una red de coordinación y compromiso. El delegado Iván Hernández Díaz ha enfatizado en múltiples ocasiones que SALUD CASA POR CASA no solo acerca médicos y enfermeras, sino también dignidad y acompañamiento. Con disciplina y entrega, su gestión ha sido clave para llevar este esfuerzo a todos los rincones del estado, incluso a los más apartados.
Yesica lo resume con sencillez, pero con la fuerza de quien ha vivido la experiencia: “Me gusta mucho trabajar en territorio, porque ahí ves el entorno de las personas, su estilo de vida, sus limitaciones. Te permite ponerte en sus zapatos y entender de verdad por qué se encuentran así. Este programa nos permite no solo atenderlos, sino escucharlos, acompañarlos, darles esperanza”.
Con historias como la suya, SALUD CASA POR CASA se convierte en más que un programa de salud: es un gesto de justicia, un puente de humanidad y un recordatorio de que la política pública adquiere sentido cuando se traduce en vida digna para quienes más lo necesitan.