julio 1, 2025
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Por Mauricio Palomares

El huachicol no solo es crimen organizado, es crimen energético. No es únicamente un acto delictivo: es también una señal del fracaso colectivo de nuestro modelo de movilidad, distribución energética y justicia territorial.

Mientras el Estado mexicano combate el robo de hidrocarburos con soldados, operativos y campañas de miedo, el problema de fondo permanece: seguimos dependiendo de un combustible que contamina, que escasea, que se roba y que concentra el poder.

Y es aquí donde una visión solarpunk —sí, ese futuro en donde lo ecológico, lo justo y lo tecnológicamente accesible se cruzan— ofrece no solo una utopía, sino un camino urgente y posible.

Del robo a la raíz: lo que el huachicol realmente significa

El llamado “huachicol fiscal”, donde combustibles entran al país disfrazados de otros productos para evadir impuestos, revela la profunda captura del sistema aduanal, pero también la fragilidad de una economía entera que aún se sostiene sobre el petróleo y el diésel.

Combatir el huachicol con más vigilancia sin replantear el sistema energético que lo vuelve rentable es como trapear sin cerrar la llave del agua.

Soluciones reales, probadas, posibles

Dos países han demostrado que reducir la dependencia del petróleo y cambiar la matriz de movilidad sí es posible, incluso en contextos complejos:

1. Uruguay: 98% de su electricidad ya es renovable

En solo una década, Uruguay dejó de depender de hidrocarburos importados y construyó una matriz energética basada en viento, sol y biomasa, sin subsidios externos ni conflictos sociales.

Hoy, la mayoría de sus sistemas de transporte urbano ya se abastecen de electricidad limpia. ¿Resultado? No hay robo de combustibles, porque ya no hay qué robar.

2. Bogotá, Colombia: autobuses eléctricos y tarifa cero

En lugar de perseguir motos con gasolina ilegal, Bogotá invirtió en la flota de autobuses eléctricos más grande de Latinoamérica.
Además, desde 2023 implementó programas de tarifa gratuita en horarios clave para estudiantes y adultos mayores. La movilidad ya no es un privilegio ni un botín, sino un derecho público.

¿Y si México dejara de subsidiar la gasolina?

En 2024, el gobierno mexicano destinó más de 250 mil millones de pesos a subsidios para combustibles. ¿Y si ese dinero financiara:

  • Transporte eléctrico comunitario,
  • Cooperativas de movilidad rural,
  • Paneles solares en zonas huachicoleras?

En lugar de perseguir ductos, podríamos convertir esos mismos territorios en zonas piloto de energía limpia y autosuficiencia local.

No más sangre por petróleo

El futuro no se defiende con ductos armados, sino con calles por donde no pase el petróleo.

¿Y si dejamos de imaginar que el huachicol es una guerra que hay que ganar, y empezamos a imaginarlo como una dependencia que podemos sanar?

Una cosa es segura: el día que dejemos de depender de las gasolinas, el huachicol dejará de tener sentido.

Ese día no llegará solo. Hay que construirlo. Y el futuro solarpunk comienza ahora.

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